El juego sucio en Argentina: ¿Quién sale beneficiado?
Cristina Fernández de Kirchner acusó recientemente al presidente argentino, Mauricio Macri, de "manipular la justicia". Agregó que el juez Claudio Bonadio forma parte de una operación para acallar su voz en el Senado.
Usted se preguntará, y seguramente con razón: ¿Y eso qué tiene de importante? Pues bastante si se analiza el caso desde un contexto más amplio.
Hagamos primero un repaso de los hechos:
El juez Bonadio acusó a Kirchner (y a otros 13 sujetos) de haber montado un plan criminal para dotar de impunidad a los iraníes sospechados de la autoría intelectual del atentado contra la cede de la AMIA en 1994, ataque que, por cierto, dejó 84 muertos.
¿Con qué pruebas?
Las afirmaciones de Bonadio surgen a raíz de la polémica investigación del fiscal Alberto Nisman, que apareció muerto de un disparo en la sien, en su domicilio, supuestamente justo antes de que fuera a presentar sus conclusiones en el Congreso. Esta muerte fue ciertamente trágica y sorprendente, pero no podemos dejar de señalar que el caso Nisman tuvo toda la estampa de un nuevo golpe de Estado en Argentina.
Como veremos más abajo, la acusación a la que se ve enfrentada la expresidenta carece de todo sustento jurídico.
Entonces, la pregunta es:
¿Por qué acusar a la expresidenta de conspiración con Irán, cuando existen muchos otros argumentos (si se quisiera) para desprestigiar a Cristina en cuanto a su política, sus errores, o sus fracasos durante su mandato? Hagamos a un lado por un segundo toda simpatía o falta de la misma que le tengamos a la expresidenta, y analicemos los hechos un poco más detenidamente.
¿Quién era Nisman?
Alberto Nisman, un fiscal que durante diez años no hizo absolutamente nada para adelantar la resolución de la causa AMIA, tenía amplios vínculos con el mundo de los servicios secretos nacionales e internacionales. La búsqueda de la verdad no estaba entre sus prioridades. Este corrupto funcionario judicial (como lo sugirieron los mismos familiares de las víctimas de la asociación Memoria Activa) apareció muerto, e inmediatamente se tildó al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner como principal sospechoso. Pero nada de esto fue inocente. Este hombre no podía inculpar al gobierno argentino, ni mucho menos a Irán.
Vale la pena leer lo que decía Lanata sobre el fiscal en el año 2006: Tócala de nuevo, Nisman. ¿No le basta la visión nefasta de Jorge Lanata hace 11 años? ¿Es usted uno de los que todavía cree que la denuncia del fiscal sobre el "maquiavélico" Memorando con Irán tenía algún sustento legal?.
Si es así, necesita saber entonces lo que el mismo señor Nisman pensaba sobre el acuerdo hace algunos años:
Tal parece que aunque Nisman podía tener alguna objeción respecto al acuerdo con Irán, claramente en ese entonces no lo consideraba traición a la patria.
¿Aún todavía tiene efecto sobre usted el título de beato honorario que le han otorgado los medios al fiscal tras su muerte? .
Entonces quizá ayude a tener una visión más realista de este oscuro sujeto traer a colación el hecho de que casi cuatro semanas antes de que lo encontraran sin vida en su departamento, Juan Gabriel Labaké, abogado en la causa del atentado a la AMIA, había acusado al fiscal Alberto Nisman de traición a la patria .
La acusación se basó en un exhorto que Nisman presentó en el año 2007 y que sirvió como fundamento para solicitar la extradición de ocho funcionarios y diplomáticos iraníes. Solicitaba nada menos que la captura de la cúpula del gobierno iraní que estaba a cargo del poder ejecutivo cuando se cometió el atentado. ¡Vaya arrogancia! Esto no hubiera sido un problema de no ser porque este exhorto había sido redactado por la CIA (con "la colaboración del Mossad"). Para ser más precisos, el exhorto era casi un calco de un informe de 150 páginas elaborado por la CIA y el Mossad en el año 2002.
En una entrevista del año 2015 el mismo Dr. Labaké lo expresó de esta manera:
"Una vez pude leer el informe confidencial en noviembre, lo comparé con el exhorto de Nisman de 2007 que sirvió como fundamento para solicitar la extradición de ocho funcionarios y diplomáticos iraníes. Hay párrafos que son calcados. Esto me llevó a presentar la denuncia contra Nisman. Oficialmente, ese informe forma parte de la causa AMIA, sólo que no está en las carpetas de la causa, sino bajo llave."
Labaké tuvo acceso al infame informe confidencial de la CIA (con colaboración del Mossad), el cual constituía la única "prueba" proporcionada para inculpar a agentes iraníes, pero el fiscal Nisman le prohibió difundirlo.
Nisman siguió basándose en ese mismo informe, y cumplió con la agenda sionista al pie de la letra.
Juan Gabriel Labaké escribió el libro "AMIA-Embajada ¿Verdad o Fraude?". Él sabía bien quién era Nisman, un público militante del sionismo, que dependía e informaba continuamente a Israel sobre la causa, y hacía/reproducía lo que le mandaban los sionistas. Nisman eran un tapón para que la verdad no saliera nunca a la luz.
Como bien lo explica Labaké, la versión oficial se asemeja más bien a una novela de ciencia ficción.
No existe NINGUNA prueba de que sirios o iraníes hayan estado involucrados.
Tras 17 años de investigaciones, no se encontró nada en contra del mayor imputado, Kanoore Edul. Más de 600 testigos fueron interrogados... ¡Y AÚN NO HAY NADA! Las pruebas apuntan (como en el caso de la Embajada de Israel) a bombas colocadas en el interior del edificio, NO en un coche bomba... y Nisman lo sabía.
Para que termine de comprender que Alberto Nisman no era el gran hombre que algunos pretenden hacernos creer, recuerde que hace varios años, tras el escándalo de los cables privados filtrados a través de Wikileaks, Santiago O´Donnell, el primer periodista argentino en recibir los cables diplomáticos de mano del mismo Julian Assange, recordó de qué manera figuraba el fiscal Alberto Nisman en ellos.
A pesar de que todos estos hechos no eran secretos para el periodismo, los grandes medios locales contrarios al gobierno -como es el caso del grupo Clarín- junto con la oposición, fomentaron una marcha por Nisman para el 18 de febrero, es decir a un mes de su muerte. En ese desfile mayormente poblado de cabezas huecas, se pudieron apreciar imbecilidades como pancartas con la leyenda "Yo soy Nisman", o peor aún, la misma ridiculez pero en francés, "Je suis Nisman", haciendo alusión al mismo mensaje lava-cerebros utilizado en París tras el atentado a la redacción de la revista Charlie Hebdo en enero de 2015.
Ahora considere que Nisman citó a indagatoria a la presidenta luego de que Argentina y otros países latinoamericanos NO denunciarán al atentado en Francia como ataque contra la libertad de expresión, dando muestras así de un verdadero entendimiento y respeto por la verdadera libertad de expresión. Este argumento, aparte de absurdo, ni siquiera constituía un evento judiciable, pero esencialmente ponía de relieve una estrategia tan gastada como efectiva que los opositores al gobierno estaban utilizando a tiempo completo: generar rimbombantes denuncias para provocar un BUM mediático sin importar si legalmente eran sostenibles o no.
En el contexto de todo este escándalo, el atentado a la sede de la AMIA cobra una nueva importancia capital -especialmente en el ámbito mediático- para embestir contra Argentina e Irán. Fue entonces que "The Washington Times" se entrometió en asuntos soberanos de Argentina, pidiendo que se abriera una investigación internacional, e inclusive se atrevió a exigir que le fueran retiradas las visas a los funcionarios argentinos.
Verdaderamente nada indica que los atentados (tanto el de 1994, como el anterior de la embajada de 1992) hayan sido realizados por terroristas iraníes, de hecho apuntan más bien a que fueron perpetrados por terroristas israelíes, por el mismo Mossad.
Vea algunas notas interesantes al respecto en este interesante artículo:
Adrián Salbuchi: Ataques terroristas en la Argentina 1992 y 1994: no fueron de origen islámico
Es necesario recalcar que, entre la comunidad judía de entonces, un creciente número de individuos no apoyaba la política inhumana de Israel hacia los árabes, y pedían paz. Aún están allí, aunque cueste vislumbrarlos entre el miedo y el ruido.
¿Y Cristina Fernández qué tiene que ver?
Para que quede claro:
El primer "error" que cometió Cristina Fernández de Kirchner fue firmar un Memorando de entendimiento con Irán en 2013. Según Nisman (la última "versión" del fiscal, porque claramente hace años pensaba distinto), se trataba de un pacto de impunidad (¿Con qué propósito? Nadie lo sabe), que generaría la caída de las circulares rojas emitidas por las Naciones Unidas, y a través de las cuales se solicitaba la captura internacional de los acusados por la justicia argentina.
En realidad, no sólo el acuerdo no tuvo consecuencia alguna (ya que la Interpol ratificó dichas circulares rojas), sino que además fue firmado con el consenso parlamentario, debatido y aprobado con mayoría en ambas Cámaras. Los abogados constitucionalistas argentinos están de acuerdo con que la imputación del poco confiable juez Bonadio es una aberración jurídica. Un hecho político puede ser cuestionado en cuanto a su utilidad o no, pero jamás puede ser judicializado, menos aún cuando ambas cámaras del congreso lo aprueban.
El segundo "error" de Cristina Fernández de Kirchner:
También debemos recordar que, en la misma época, la presidenta argentina había dado un vuelco bastante visible en cuanto a sus iniciativas en materia de relaciones exteriores, intentando alinear a Argentina con las naciones del BRICS y sus aliados, alejándose así del imperio sionista-norteamericano-otanista. De este modo Argentina día a día se acercaba más y más a Rusia y a China, lo cual era una insolencia que no podía permitirse.
El tercer "error" de Cristina Fernández de Kirchner fue poner en duda la versión oficial, y sobre todo, el modo en que se habían llevado a cabo las investigaciones.
Exigió claridad, y afirmó que la Corte estaba impidiendo que se dieran a conocer todos los datos, dado el evidente carácter oculto y confuso de las pericias. Como bien lo expone el abogado citado en los videos de más arriba, tal vez Cristina no sabía que estaba jugando con fuego, y que el mero hecho de cuestionar el modo en que se habían realizado las investigaciones era un acto de gran peso. Entre otras cosas, el Memorándum firmado por Cristina proponía crear una "Comisión de la Verdad" compuesta por juristas internacionales para cooperar con la investigación, algo que debe haber ocasionado pánico en los servicios de inteligencia implicados en el asunto.
A eso se sumó el cuarto "error":
Su distanciamiento visible del sionismo (contrariamente a cómo los Kirchner se había plegado a las instrucciones sionistas y de George W. Bush años antes), algo que un presidente argentino no debería permitirse en un país con una importante comunidad judía (la quinta a nivel mundial). En 2010, Cristina reconoció públicamente el Estado de Palestina, por ejemplo, y repudió la violencia perpetrada por el régimen sionista contra los palestinos. Israel es un compañero comercial privilegiado de Argentina y del Mercosur, gracias a un conveniente tratado de libre comercio firmado entre el poder sionista y la unión económica sudamericana. Una gran cantidad de argentinos se creyeron el cuento de la Tierra Santa, y han emigrado a Medio Oriente para vivir en asentamientos israelíes ilegales.
¿Entonces qué pasó?
A simple vista para la mayoría, Nisman estaba por destapar algo importante que potencialmente incriminar a Cristina Fernández de Kirchner. Pero en realidad, lo que Nisman hizo fue cometer un grave error, pues seguramente al poco tiempo, tras indagar seriamente en estas acusaciones infundadas (y tras la presión del gobierno kirchnerista), muy probablemente se habrían dado a conocer las "fuentes" (los informes confidenciales de la CIA y el Mossad) en las cuales el fiscal había basado sus investigaciones.
Era la CIA quien comandaba a Nisman, así que es posible que la misma CIA haya instruido al fiscal para iniciar este escándalo con una denuncia que en sí misma y en esencia era una porquería sin asidero legal.
El hecho de lanzar esta bomba, una denuncia con escaso fundamento, cobra sentido si se considera que era parte de un plan que la agencia de inteligencia norteamericana tenían bien diagramado: hacer circular en los medios la denuncia durante unos pocos días, escandalizar al Gobierno y al país, y luego matar a Nisman para provocar la debacle institucional total.
Era obvio que a nadie le convenía que se parara frente al congreso y hablara. Si lo piensa bien, resulta mucho más probable entonces que las manos ensangrentadas por su asesinato sean las de las agencias de inteligencias extranjeras antes que las del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, quien definitivamente y a estas alturas, sabemos muy bien que no ganó absolutamente nada tras la desaparición del fiscal.
Hagamos la cuenta:
Nisman fue asesinado el 18 de enero de 2015.
Unos meses antes, Cristina Fernández de Kirchner había expresado dudas acerca de la investigación en el caso de la AMIA y de la Embajada de Israel. El asesinato de Nisman le costó gran parte de su reputación, y Cristina abandonó la presidencia el 9 de diciembre del mismo año, para ser reemplazada al día siguiente por el admirable monigote de Estados Unidos, Mauricio Macri.
Hoy día, el gobierno de Macri compra equipo militar a Israel, tanto policías como soldados argentinos son entrenados por expertos israelíes. Días después del asesinato de Nisman, se llegó a un acuerdo con Israel para que sus expertos "ayudarán" a Argentina en materia de seguridad, y en la "lucha contra el terrorismo":
¿Ahora entiende quién sale ganando con todo este asunto?
Israel sigue gobernando indirectamente a su "colonia" sudamericana, y mientras tanto, Macri se saca de encima a su opositora política.
¡Para lograr lo último, no hacían falta tantas mentiras!
Setmicos
Fuente:Juliana Barembuem & Mauricio Santecchia publicado inicialmente por SOTT. y distribuido por Setmicos
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