Cómo recuperaron las antiguas civilizaciones el conocimiento perdido
Todas las culturas antiguas vinculan los orígenes de la humanidad con los cielos.
Hoy, sin embargo, la religión y la ciencia afirman que la vida surgió espontáneamente aquí en la Tierra. ¿Sabían los antiguos nuestros verdaderos orígenes cósmicos? ¿Nos han dejado pistas?
Los egipcios, por ejemplo, insistían en que sus antepasados provenían de las
estrellas de Orión y Sirio.
Ampliando la teoría de la panspermia desarrollada con el célebre astrónomo Sir Fred Hoyle -a saber, que los bloques de construcción de la vida fueron importados a la Tierra por cometas de un pasado lejano- Chandra Wickramasinghe y Robert Bauval exploran los últimos hallazgos en apoyo de un origen cósmico para la humanidad. Detallan los descubrimientos astro biológicos de moléculas orgánicas en el espacio profundo, cómo los microbios son increíblemente resistentes a las condiciones más duras del espacio, permitiendo la transferencia de genes de un sistema estelar a otro, y la reciente recuperación de microorganismos de los cometas aún en el espacio. Argumentan que el universo fue "nacido" y preestablecido con el diseño de la vida y que el cosmos debe estar repleto de formas de vida mucho más antiguas y quizás mucho más desarrolladas que nosotros.
Utilizando los últimos avances en física, cosmología y neurociencia, los autores exploran cómo el conocimiento universal puede almacenarse en ADN y células humanas, y postulan que las culturas antiguas, como los constructores de pirámides de Egipto y los constructores de templos de la India, pueden tener conocido una forma de recuperar este conocimiento.
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