Mauricio Macri vencedor de las elecciones legislativas de Argentina celebradas este domingo 22 de octubre.

El presidente de Argentina, Mauricio Macri, obtuvo en las elecciones legislativas celebradas este domingo 22 de octubre un fuerte espaldarazo a su gestión, al ser el frente gobernante "Cambiemos" la fuerza que cosechó, según el escrutinio provisional, mayor número de votos en los más importantes distritos del país.



Esto confirma una fuerte caída del peronismo y el auge del bloque conservador que llevó a Macri a la jefatura del Estado en diciembre de 2015, que se consolidará a partir del próximo 10 de diciembre como primera fuerza de la Cámara de Diputados, con 107 asientos de los 257 totales, 21 más que hasta ahora, según los primeros datos.
Asimismo, aunque en ninguna de las Cámaras el oficialismo tendrá mayoría absoluta, en el Senado también aumentará su presencia con nueve escaños más, y llegará a tener 24 de los 72 totales.

"Confirmamos nuestro compromiso serio y profundo con el cambio", expresó Macri ante cientos de seguidores en el búnker oficialista en Buenos Aires tras conocer que "Cambiemos" se colocaba primero no solo en la codiciada provincia de Buenos Aires -distrito más populoso del país-, sino también en zonas como Córdoba, Santa Fe, Mendoza, Salta y en la misma capital federal.Precisamente esta última representa el más fuerte triunfo del macrismo, cuya primera candidata a diputada, Elisa 'Lilita' Carrió, arrasó al llevarse el 50,93 % de los votos.
Al mismo tiempo, y pese a haber quedado por detrás del oficialismo, la expresidenta argentina Cristina Fernández logró su objetivo en las legislativas de este domingo al regresar a la trinchera del Senado. Allí, además de reafirmarse como la principal voz de la oposición, podrá blindarse ante la Justicia.

La Argentina está en manos de siete grandes corporaciones que, en mayor o menor medida, han incrementado su poder e influencia en los últimos años.

 Frente a la fachada del poder formal que emana de un sistema democrático aún endeble, estas corporaciones ostentan el poder real y marcan el verdadero rumbo del país.
Podemos definir a las corporaciones como fuertes núcleos de poder que responden a intereses sectoriales, por lo general contrarios al bien común. Coyunturalmente, pueden actuar de manera coordinada, como así también alinearse a los gobiernos de turno, siempre y cuando estos se acoplen con sus objetivos e intereses.

En el caso argentino actual, las siete grandes corporaciones son las siguientes: Narco, judicial, empresarial, sindical, ‘pejotista’, social y mediática. Históricamente, ha habido otras de fuerte gravitación, como la religiosa y la militar, pero su influencia ha mermado significativamente. Podría contarse también la corporación policial, ligada a su vez al ascendente submundo ‘barrabrava’. No obstante, la policial más bien suele actuar subordinada a otras, como la narco, la judicial y la ‘pejotista’.

A simple vista, Mauricio Macri no pareciera tener un plan sistemático para desarticularlas o, cuanto menos, neutralizarlas. 
En algunos casos, como el de la corporación narco, está claro que el Presidente ha decidido enfrentarla y se han logrado importantes avances. Así y todo, resta una enormidad por hacer contra el poder narco. El panorama sigue siendo muy incierto.

Respecto a la corporación judicial, el sistema luce tan putrefacto como lo heredó de parte de Cristina Kirchner. Cuesta aceptar que la incapacidad política del Consejo de la Magistratura sea la única explicación de la falta de avances en el frente judicial. Gran paso la caída del impresentable juez Eduardo Freiler. Pero el alegre jubilado Norberto Oyarbide y otros de sus pares andan bailando por ahí.

La corporación empresarial, en tanto, se mantiene muy fuerte e influyente. Con el agravante que los grandes conglomerados económicos del país se han visto beneficiados con las medidas de Cambiemos. No obstante, los ex pares de Macri siguen sin invertir y obteniendo grandes réditos del actual contexto financiero ¿Alguien esperaba otra cosa de los acomodaticios de siempre?

En el caso de la corporación sindical, de fuerte raigambre peronista, sigue siendo una de las más poderosas. Pese a la fragmentación y crisis internas en la CGT y la CTA, importantes sindicatos como los camioneros y los docentes, conducidos por dirigentes autoritarios y retrógrados, continúan decidiendo cuándo y cómo los argentinos podemos hacer cosas tan elementales como circular o educarnos. Enhorabuena, pareciera que Macri ha decidido finalmente ir por ellos.

En cuanto al ‘pejotismo’, corporación basada en el aparato clientelar del peronismo con epicentro en la provincia de Buenos Aires, Cambiemos ha sufrido una dura derrota al no poder implementar la reforma política. Era la medida central para comenzar a sanear nuestro arcaico y corrupto sistema electoral. Una nueva victoria electoral de Cambiemos en octubre será fundamental para poder reflotarlo.

Otra gran decepción para el Gobierno está expresada en la corporación social, compuesta por el importante conglomerado de organizaciones sociales que han copado las calles. La situación social no ha mejorado y los subsidios han seguido aumentando, a la par del poder de esos grupos y sus dirigentes. Inclusive, muchas organizaciones adquirieron más peso político que los sindicatos tradicionales. El Gobierno no pude darse el lujo de que estos grupos definan la política social.

Finalmente, la corporación mediática, con la cual el Gobierno mejor ha congeniado. La orientación política y económica de Cambiemos ha sido bienvenida por estos grupos, a los cuales el kirchnerismo intentó cooptar o bien disolver, como fue el caso de Clarín. Es esperable que esta buena sintonía perdure, con medios que han incrementado notablemente su poder económico e influencia en la opinión pública.

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A Cristina Kirchner no le alcanzó el caso Santiago Maldonado para derrotar a Mauricio Macri 

Para concluir, el Estado debe recuperar el poder delegado o perdido a manos de las corporaciones.
 Es la única vía para lograr la transformación institucional y cultural que necesita la Argentina. Mientras eso no ocurra, el Gobierno seguirá siendo un mero partenaire frente a quienes ostentan el poder real. Todo lo demás que se haga será, en el mejor de los casos, un paliativo que no detendrá el proceso de decadencia en el que desde hace tiempo está sumida la Argentina.

Setmicos

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